23/3/07

Un diario monárquico en la postguerra española

Acabada la Guerra Civil Española lo primero que hicieron los antiguos dueños de ABC fue anular la numeración de ejemplares editados en Madrid por el gobierno republicano entre 1936 y 1939.

Este hecho cierto, sin embargo, no impidió que entre 1939 y 1957 al menos (periodo de mayor dureza de la postguerra) al diario le afectaran las medidas preventivas y coactivas del dictador al igual que al resto de la prensa. El ABC, después de todo, seguía siendo fiel a sus principios: monárquico en sus ideales y con una personalidad gráfica muy definida.

ABC se recuperó pronto de la escasez de materias primas y volvió a la impresión en huecograbado que tanto definió su fórmula, aunque no siempre contara con la suficiente tinta sepia para sus estampaciones y tuviera que usar otra de un tono verdoso poco habitual en la impresión de periódicos.


El huecograbado acentuaba el carácter ilustrado de la publicación pero durante más de cincuenta años su forma, su diseño, su imagen y su idiosincrasia estuvieron basadas en algunas características que lo hacían único.

Primero, su tamaño (alrededor de 24 x 32 centímetros cerrado), pequeño a todas luces, le obligaba a mayor número de páginas que a la competencia. Esto, junto al hecho de que siempre fuera grapado (el único de la prensa española de entonces), le otorgaba un aspecto compacto que no se desordenaba al leerlo.

Segundo, su portada cartel lo diferenciaba del resto de colegas, empeñados en una maqueta horizontal hasta muy entrada la segunda parte del siglo XX. ABC estableció una primera página tipo póster, con una única noticia y grandes y generosas fotos que abarcaban toda la superficie a imprimir.

Tercero, que el cuadernillo impreso en huecograbado arropara al resto del diario tipográfico marcaba claramente las partes del diario sin mayor esfuerzo gráfico y, además, imponía leyes inmutables. La primera y última parte del ejemplar acumulaba todas las fotos debido a su mayor calidad de reproducción y dejaba ‘las tripas’ del diario para la tipografía, los dibujos ‘por línea’ (chistes, caricaturas e ilustraciones fundamentalmente).

Esta parte interior del periódico mantenía otra portada con las noticias de última hora y dividía la mancha de cada página en únicamente 3 columnas, lo que mantenía una estructura de diseño sobria y ordenada independientemente de que las cabezas de las noticias fueran a una, dos o tres columnas de ancho.


Llegó a tal punto la implantación de esta estructura de diario que incluso cuando la tecnología se superó a sí misma –la tipografía y el huecograbado fueron sustituidos por el offset en la década de los noventa– nadie se atrevió a mayores cambios y a las páginas ‘de hueco’ se las siguió considerando como tal. De hecho existió durante mucho tiempo una sección de confección de hueco y otra de tipografía.

Así fue la imagen de ABC durante muchos muchos años. Y no podemos decir que le fuera mal. Entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado fue el diario más vendido de España y armaba sus contenidos con grandes dosis de opinión, lo que le hacía ser considerado como un modelo ‘híbrido informativo-opinativo’ cuya página 3, siempre con una firma de calidad, se hizo ampliamente considerada.

A esta imagen híbrida, pero rotunda, sencilla, sobria y funcional ayudaba el diseño fiel a un patrón establecido tanto para las portadas como para la páginas interiores. Lo que le llevaba a establecer normas curiosas de composición que afectaban a la puesta en página diaria. Por ejemplo, aquella que consideraba la preocupación de que los anuncios no se tocaran entre sí.

Cuando el resto de la prensa amontonaba reclamos publicitarios con formas diversas en las numerosas columnas de sus páginas sábanas o tabloides, quienes armaban ABC mantenían la constante de que el texto de la información corriera entre los anuncios para que estos no se juntaran.

Tipográficamente ABC también fue siempre sobrio. No es que la altura de sus titulares raramente sobrepasara el cuerpo 36, es que la utilización de fuentes (con y sin serif) se hizo siempre bajo un cuidado especial para huir de tipografías de moda y vistieron sus informaciones con letras ‘seguras’ entre las que podemos destacar, al menos hasta 1999, familias tan emblemáticas como la Helvética (que en ciertas épocas llegó incluso a configurarse como texto base), Century, Clarendom, Futura, Clarion Condensed y Times.
Pedro Pérez Cuadrado

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