

ABC se recuperó pronto de la escasez de materias primas y volvió a la impresión en huecograbado que tanto definió su fórmula, aunque no siempre contara con la suficiente tinta sepia para sus estampaciones y tuviera que usar otra de un tono verdoso poco habitual en la impresión de periódicos.

El huecograbado acentuaba el carácter ilustrado de la publicación pero durante más de cincuenta años su forma, su diseño, su imagen y su idiosincrasia estuvieron basadas en algunas características que lo hacían único.
Primero, su tamaño (alrededor de 24 x 32 centímetros cerrado), pequeño a todas luces, le obligaba a mayor número de páginas que a la competencia. Esto, junto al hecho de que siempre fuera grapado (el único de la prensa española de entonces), le otorgaba un aspecto compacto que no se desordenaba al leerlo.
Segundo, su portada cartel lo diferenciaba del resto de colegas, empeñados en una maqueta horizontal hasta muy entrada la segunda parte del siglo XX. ABC estableció una primera página tipo póster, con una única noticia y grandes y generosas fotos que abarcaban toda la superficie a imprimir.

Esta parte interior del periódico mantenía otra portada con las noticias de última hora y dividía la mancha de cada página en únicamente 3 columnas, lo que mantenía una estructura de diseño sobria y ordenada independientemente de que las cabezas de las noticias fueran a una, dos o tres columnas de ancho.


Llegó a tal punto la implantación de esta estructura de diario que incluso cuando la tecnología se superó a sí misma –la tipografía y el huecograbado fueron sustituidos por el offset en la década de los noventa– nadie se atrevió a mayores cambios y a las páginas ‘de hueco’ se las siguió considerando como tal. De hecho existió durante mucho tiempo una sección de confección de hueco y otra de tipografía.
Así fue la imagen de ABC durante muchos muchos años. Y no podemos decir que le fuera mal. Entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado fue el diario más vendido de España y armaba sus contenidos con grandes dosis de opinión, lo que le hacía ser considerado como un modelo ‘híbrido informativo-opinativo’ cuya página 3, siempre con una firma de calidad, se hizo ampliamente considerada.
A esta imagen híbrida, pero rotunda, sencilla, sobria y funcional ayudaba el diseño fiel a un patrón establecido tanto para las portadas como para la páginas interiores. Lo que le llevaba a establecer normas curiosas de composición que afectaban a la puesta en página diaria. Por ejemplo, aquella que consideraba la preocupación de que los anuncios no se tocaran entre sí.

Pedro Pérez Cuadrado
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