27/3/07
ABC: Los diseñadores americanos
El Proyecto 2000 de ABC
El 20 de julio de 1999 el diario ABC mostraba a sus lectores el resultado del entonces denominado Proyecto 2000, una estrategia de cambio global en dos años que implicaba la totalidad del periódico y, como consecuencia, un cambio formal importante. Seguramente, el mayor cambio de la publicación en toda su historia.
La responsabilidad de la aventura había recaído en Innovation Internacional Consulting Group, una amalgama de 14 asesores dirigidos por Juan Antonio Giner y Carlos Soria que traían a los más famosos expertos del momento: Tito Fernández, Denny Brack, Leo Bogart, Barry Sussman, Marta Botero y Guillermo Machado. Y para responsabilizarse de las cuestiones de diseño: Walter Bernard y Milton Glaser, que ya habían trabajado para la cabecera española La Vanguardia en 1989.
El planteamiento abarcaba numerosas transformaciones en el seno de la empresa, desde temas de producción y flujos de trabajo hasta estrategias de marketing para poner al día un producto “al que se le morían los lectores” como comentaban algunos expertos queriendo enfatizar el hecho de un diario viejo, con un considerable número de suscriptores que iban causando baja y poca aceptación en el quiosco.
Era un plan de modernización técnica, gráfica y editorial con un presupuesto desorbitado que incluía cambios de rotativas (dos Man Roland Euroman para Madrid y otra para Sevilla) que, de entrada, suponían un nuevo formato para el diario y el incremento del 50% en la superficie del color. El periódico pasaba de 23,5 x 32 centímetros a 25,5 x 35 centímetros, poco más de dos centímetros o, lo que es lo mismo, un 20% de superficie más.
De alguna manera, este ligero cambio de tamaño dejaba ver que las intenciones de cambio de Prensa Española, editora de ABC, no pretendían sorprender al mercado sino más bien modernizar el producto, es decir, “que ABC siguiera siendo ABC” en palabras de sus más altos responsables. En el ABC contaba el peso de la tradición y no estaban dispuestos a prescindir del todo de su imagen.
Por eso, desde el punto de vista del diseño, el trabajo de los asesores americanos fue prudente, consensuado y dirigido, sobre todo, a hacer un diario más claro, de fácil lectura, con más infografías y color, con más fotografías e ilustraciones. El trabajo en la utilización de los blancos fue extraordinario y es el punto que mejor define la estrategia en la nueva imagen. La política de distribución de espacios vacíos protagonizó una arquitectura visual más limpia.
Vamos a detallar algunas particularidades del nuevo diseño. La cabecera, por ejemplo, sufrió ligerísimos retoques tipográficos, pero pasó a ocupar un sito fijo. Anteriormente, su ubicación dependía un tanto del hueco que dejara la foto principal de portada. Se situó entonces en el ángulo superior izquierdo y, eso sí, calado en blanco y con sombra de relieve sobre una pastilla de color azul cian “para una mayor identificación de los lectores” según ellos mismos comentaron.
La portada, no obstante, mantenía la idea de una información principal con una gran foto, que ahora se veía rodeada de otras llamadas, bien en la parte inferior, bien en el lateral de salida, con recuadro o sin él, que eliminaba en parte la sensación de cartel.
Otras secciones no cambiaron demasiado en el ABC. La tradición pudo más y con el consenso de los diseñadores se mantuvo una tercera página de opinión muy parecida a la existente con los oportunos cambios tipográficos. Y para sorpresa de muchos, también se mantuvieron las páginas de hueco. No, no es que el diario volviera a imprimirse con ese sistema, es que el mismo Milton Glaser defendió la estructura arraigada en el diario de acumular, al principio y al final del ejemplar (entonces por razones de impresión, ahora por mantenimiento de la estructura consolidada) la mayoría de las fotografías. Y también permaneció la grapa como emblema carismático del diario ABC.
En las páginas de interior los cambios fueron más palpables. La estructura de la retícula paso a dividirse horizontalmente en cuatro columnas y tomó un aspecto más modular, incluso para la distribución de anuncios publicitarios. Las principales novedades vinieron de una puesta en página con más variados elementos (despieces, apoyos…) y de un cambio tipográfico considerable.
La utilización de infogragfías de forma más habitual y de ‘nidos’ –una especie de bloques que resaltaban datos útiles entresacados de las informaciones– construían páginas más dinámicas que repartian el peso de las noticias, ofrecían más contraste y ayudaban a separar temas.
ABC apareció de la noche a la mañana vestido con fuentes más modernas. Nada chocante, por supuesto, pero se notaba la preocupación por la tipografía. El texto base pasó a ser Nimrod y las cabezas en Bureau Grotesque, una palo seco un tanto estrechada en su peso número 15 que permitía un buen número de matrices por línea. Alrededor de estos dos tipos de letra se configuraban la Poynter Sans en antetítulos y subtítulos y entradillas, la Bodoni en titulares de segundo orden, etc.
Las páginas mantenían un único lead en la información principal, en bandera, al mismo ancho de columna y comenzaban los textos informativos con una pequeña capitular, lo que n había sido muy habitual en la prensa española. El conjunto ofrecía una buen contraste incluso a pesar de la profusión de negativos (yo creo que por primera vez) en los epígrafes de localización de forma habitual en el diseño del periódico.
Posteriormente se realizaron algunos cambios en el uso tipográfico y desaparecieron los titulares en Bureau Grotresque para dejar únicamente Bodoni en las cabezas del diario.
Pedro Pérez Cuadrado
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