9/8/06
'Etiqueta Negra', calidad
He descubierto hace unos días, gracias a un compañero de trabajo, una revista peruana que nos ha impresionado enormemente. Se llama 'Etiqueta Negra' y rezuma calidad en todas sus páginas. El diseño de cada hoja está medido al milímetro y sus portadas, en dos colores la mayoría, muestran fielmente y de una manera clara el contenido -habitualmente monográfico-. Su directora de arte es Sheila Alvarado, a quien definen en la web de EN como "Fotógrafa e ilustradora de libros de cuentos para niños. Ha trabajado para las editoriales Norma, Amores Libros, Santillana y el Ministerio de Educación".
No nos resistimos a reproducir el texto de presentación que escribe su director, Julio Villanueva Chang, en la web.
Acerca de Etiqueta Negra
Hay un libro del poeta Leoncio Bueno que es tan bueno y honesto como su nombre: Rebuzno Propio. He querido que esta revista sea el mío, aunque haya bautizado mi rebuzno con un nombre ajeno: Etiqueta Negra. Ésta era una revista de cómics y cultura underground, pero nos recuerda más el nombre de un whisky de primera clase. Hoy Etiqueta Negra quisiera ser tan desvergonzada como esos cómics y más embriagadora que el whisky. Publicar historias de elegantes e indecentes, de famosos y beautiful losers, de principiantes y vacas sagradas, de creyentes y falsos ídolos, de orquídeas y monstruos. No es una revista de autoayuda: en lugar de aconsejar, vamos a desengañar. Tampoco es de entretenimiento: en lugar de divertir, vamos a distraer. Pero en el sentido de Octavio Paz: «Distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo». Están advertidos.
Siempre he querido una revista para no levantarme de la cama. Etiqueta Negra quiere ser un ensayo para descubrir este mundo, lejos de toda policía del placer. La lectura será la madre de todos los vicios. Las historias no serán memorables por su kilometraje, sino por las ideas de nuestros cómplices de todas partes del planeta. Nuestra única verdad será el estilo, llegar a la voz propia, acabar con los ventrílocuos. Recuerdo con gratitud el nombre de otra revista que descubrí en mi adolescencia. Se llamaba Hipócrita Lector. Su primer número decía: «Cansados de hablar mal de otras revistas, te damos la oportunidad de hablar mal de ésta». Serán bienvenidos todos los rebuznos (siempre que sean propios).
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